Doña Consuelo entra a la farmacia y su rostro denota angustia. «¿Qué le ocurre, doña Consuelo, se encuentra usted bien?», pregunta solícita la farmacéutica. «Nena, ¿cómo voy a estar!, vengo de la consulta de don Esmeraldo, mi médico, y le he dicho, ¿oye!, hazme el sexooral ese que me ha venido muy bien, y él aterrado, ¿qué crees que me ha respondido? Pues que ni hablar, que todavía no me toca. Le he dicho que lo quería ya, porque me sienta fenomenal, y me ha echado de la consulta». Doña Consuelo, a la que imaginamos señora muy digna y de buenas costumbres, confundió su medicamento, Seroxat, con el sexo oral. Su despiste le ha merecido a su farmacéutica, Ana María Gómez, el premio a la mejor anécdota en el XIV certamen convocado por el Colegio Oficial de Farmacéuticos.
Veinte anécdotas competían este año en este peculiar concurso. Algunas, como la que cuenta la farmacéutica María José Nicolás. «Cierta mañana llegó la señora Sánchez, clienta habitual y madre de tres niños de 7, 4y 2 años, a los que siempre dejaba en un pequeño jardín fuera de la farmacia por ser auténticos demonios. La señora, seguramente alterada ese día a causa de sus tres fierecillas, al abrir la puerta exclamó en un tono bastante enojado: Al que se mueva me lo cargo». Más de un cliente creyó que aquello era un atraco. «Incluso alguno se acordó del 23-F», cuenta María José Nicolás.
Recuerdo de un cliente
Pero no todas son historias más o menos humorísticas. También hay quien hace un emotivo recuerdo de algún cliente, como hace la farmacéutica Maravillas Sánchez. Su semblanza de Pepe el Molinero, «una persona mayor, escuálida, con barba de unos pocos días», ha merecido otra de las menciones de honor. «Siempre lleva su chaleco y encima una chaqueta, a veces con alguna mancha; creo que sólo me fijo yo porque cuando viene lo observo con mucho entusiasmo. Le interesa saber a que hora llego, a que hora me marcho». Pepe el Molinero hizo buenas migas con su auxiliar. «Fue su asesor sindical, sin ningún tipo de discusión», cuenta Maravillas. «Un día me trajo una botella de vino que tenía guardada durante mucho tiempo para una ocasión especial. El asesor se estaba haciendo amigo del patrono. ¿Qué paradoja!».
Los meses fueron pasando y Pepe «se ahogaba, un cáncer de pulmón le estaba desintegrando por dentro. Pero nunca se quejó, siempre tenía una palabra amable o picarona dependiendo del momento. La cara enjuta y marchita acompañada de su cuerpo debilitado no decían lo mismo». Pepe, «el asesor sindical de mi auxiliar y mi amigo», falleció hace quince días.
Entre las historias premiadas, unas invitan a la sonrisa, otras a la ternura. Pero todas demuestran que una oficina de farmacia es un pequeño mundo que resume el resto.
Visto en: http://www.laverdad.es/murcia/20071213/comarcas/murcia-doctor-deme-sexooral-20071213.html
Ultimos Comentarios